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Los jardines botánicos en México

Jardines Botánicos

Los jardines botánicos en México

La labor de los jardines botánicos ha sido históricamente muy valiosa. No solo han sido espacios para la protección de especies que pueden estar amenaza- das o en peligro de extinción, sino también han operado como lugares para la reproducción de especies de alto valor comercial, llevadas desde sus sitios de origen, como ha sido el caso famoso del árbol del hule (Hevea brasiliensis), extraído subrepticiamente de Brasil y llevado a los Reales Jardines Botánicos de Kew, en Inglaterra, y después reproducido en enormes áreas en el sureste de Asia. Obviamente los jardines botánicos han tenido otros propósitos social- mente más aceptables como ser lugares donde los visitantes pueden conocer plantas de regiones distantes a la localidad del jardín o como centros de in- tercambio de información acerca de las plantas, como fue el caso del Jardín Botánico de Santo Domigo en Oaxaca, un centro de intercambio de plantas e información sobre farmacopea mexicana.

Una función adicional, claramente reconocida en los tiempos presentes de amenaza de extinción para muchas especies por las actividades humanas, es la de servir de reservorios para la protección de numerosas especies vegetales amenazadas o en peligro de ex- tinción (en el caso de México enlistadas en la NOM-059-SEMARNAT-2010), un papel que se vuelve crecientemente relevante.

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La historia de los jardines botánicos en México se remonta a tiempos pre- colombinos con ejemplos, tan notables, como los jardines del siglo XV: el de Texcoco construido por Nezahualcóyotl y el de Oaxtepec, mandado a cons- truir por Moctezuma; mucha gente desconoce que éstos son los dos primeros jardines botánicos de América. Desafortunadamente, el aprecio y conocimien- to por las plantas de los diferentes pueblos mexicanos no fueron valorados ni comprendidos, salvo alguna excepción, por los colonizadores ni por los mestizos que dominaron el desarrollo del país. La cultura acerca de las plantas mexicanas, aunque aún presente en numerosos núcleos sociales, ha sufri- do una disminución dolorosa. De ahí que el papel de los jardines botánicos adquiera una dimensión especialmente importante en la educación que los visitantes a sus instalaciones pueden recibir acerca de la naturaleza, especial- mente la que encontramos en México. Afortunadamente, y ciertamente con costosos esfuerzos, se ha multiplicado el número de jardines botánicos exis- tentes en el país. Su actividad es realmente relevante tanto en la conservación de especies en peligro de extinción como en la re-educación de la sociedad respecto a la importancia básica de las plantas en la vida de los mexicanos.

Ciertamente debemos reconocer el importante papel de la Asociación Mexicana de Jardines Botánicos, quienes desde el año 2000 trabajan alinea- dos a su Estrategia de Conservación para los Jardines Botánicos Mexicanos, la cual está planteada en el marco de los lineamientos internacionales de la organización Botanical Garden Conservation International (BGCI) y de la Estra- tegia Global para la Conservación Vegetal, así como del primer esbozo de la Estrategia Mexicana de Conservación Vegetal, publicada en 2008. Su trabajo, ordenado en metas muy precisas, les ha permitido durante sus poco más de 70 años de existencia, y especialmente en estos doce años de implementar su estrategia, robustecer su ámbito de acción y aportar al fortalecimiento de capacidades de otros actores (locales, estatales y federales), apropiándoselas y contextualizándolas en los referentes de conservación con que contamos en México, pero también adaptándolas a las realidades de nuestra flora y a las necesidades de las regiones en las que se hallan establecidos.

Los listados y cifras que los jardines botánicos de México nos ofrecen en esta publicación muestran el fruto de estos años de cuidadoso trabajo y de un nivel de consolidación tal, que los resultados hablan por sí mismos. Segu- ramente éstos serán una importante referencia para la toma de decisiones, el establecimiento de líneas de investigación y trabajo en esta área, además del valor agregado que implica la presencia de estos espacios, que aportan mucho en la calidad de vida de los habitantes de ciudades y localidades que tienen la fortuna de ser sede de alguno de estos quince jardines botánicos.

José sarUkhán Kermez Coordinador Nacional de la ConaBio

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